viernes, 14 de diciembre de 2012

Blanco y Negro



La oportunidad de elegir lo bueno ante lo malo, lo correcto ante lo erróneo o, ¿Por qué no? Viceversa. Cualquiera que sea la manera en la que actuemos, esta tiene valor por el simple hecho de que pudimos haber elegido actuar de una manera diferente.

Cuando escucho a la gente hablar de la promesa de ir al cielo y ser feliz y perfecto o, con el reciente tema de la quinta dimensión; en la cual se promete lo mismo, yo, a diferencia de la gran mayoría del mundo, tiendo a sentirme algo preocupado. ¿Por qué?

Como dije antes, el hecho de elegir hacer lo correcto ante lo incorrecto es lo que le da sentido a nuestras decisiones, lo que le les da valor. No siempre es lo más importante lo que hacemos o lo que logramos, sino lo que sacrificamos para hacer o lograr lo que queremos. Si estamos en un lugar donde siempre se hace lo correcto solo porque esa opción es la que hay entonces ¿Dónde está el valor en ello? Seriamos como robots, programados para hacer algo de manera concreta y sin oportunidad de hacer elección alguna.

¿Ser perfectos? Que aburrido, y es que algo perfecto es algo estático, simplemente es y se acabó. Como seres “imperfectos” tenemos la oportunidad de mejorar, de trabajar por aquello que deseamos y soñamos.

¿Puede existir el bien sin el mal?, yo lo dudo mucho. Nadie puede proteger del dolor a un ser amado sin antes haber sido herido, nadie puede amar a alguien sin antes haber sentido el odio por un falso amor, nadie puede volverse una persona honesta sin antes haberse bebido una buena dosis de mentira.

En concreto, no puede existir el bien sin el mal que haga que el bien sea “bueno”, ni tampoco lo incorrecto sin lo correcto que lo haga “malo”. Los dos lados de la moneda dependen del otro para ser y, a su vez, viven en ellos mismos. Es por eso que, cuando alguien  viene tocando a mi puerta prometiéndome un cielo lleno de bienestar y perfección, espero a que se vaya (con algo de esfuerzo) para comenzar a reírme. Mi punto aquí es sobre lo que nos da nuestra esencia; las elecciones que hacemos y la oportunidad que tenemos para elegir lo que elegimos de entre todas las opciones que tenemos. Eso es lo que nos hacer ser nosotros. Si habitáramos en un lugar donde tuviéramos que ser, solo por ser, entonces… ¿Qué seriamos?

lunes, 10 de diciembre de 2012

Zombie's Tales

 
El día de hoy vengo compartir unos cuantos videos de zombies, en vísperas del fin del mundo. Recordemos que mi fin del mundo perfecto sería en un apocalipsis zombie.
Si bien en la mayoría de los videos de este tipo, son los humanos las estrellas; golpeando, acerrando, explotando y disparando a los muertos vivientes, hay unos cuantos que nos muestras la vida del otro lado, o más bien la no vida.

He aquí el primero.
Imagina que eres un zombie y justo cuando  vas a hincarle el diente a tu presa, esta muere por un paro cardiaco. ¿Qué hacer? Eres un zombie, no puedes comer carne muerta, sería como canibalismo… más o menos… 

No pude encontrar el video sin esos molestos anuncios, solo pasen el cursor por encima de ellos y ciérrenlos con la “x” que aparece.

Los días en el cementerio se pasan muy despacio y no hay nada nuevo. ¿Y si damos un paseo?


 
Ahora, sabemos que los zombies comen humanos y blablablá pero, ¿Qué es lo que desean o como conciben su existencia después de terminar con la raza humana? Aquí una probable teoría.



Ahora el mejor a mi parecer.
Vamos a buscar comida junto con este lindo pingüi-zombie.



Y he dejado este para el final no por ser mejor que el del pingüino, sino porque este aborda una invasión zombie desde un punto de vista que no es el de los humanos ni tampoco el de los muertos vivientes. No solo los zombies son una amenaza en un apocalipsis zombie.



Bueno, yo me he divertido buscando estos videos para el blog, espero que te agraden y te sirvan para hacerte una idea de lo que nos podría esperar.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Sapo Hervido



¿Qué harías si te dijeran “vas a morir en una semana?
La gran mayoría de las personas seguramente intentaría hacer en tan solo siete días, todo aquello que no pudieron o no se esforzaron realmente en hacer en toda su vida. Supongo que es normal sentir esa desesperación por vivir todo aquello que siempre se deseo pero, con el constante peso del tiempo a nuestras espaldas, que irónicamente entre menos es más nos pesa, ¿realmente podríamos disfrutar de todas esas experiencias?

Ahora ¿Qué harías si te dijeran que vas a morir en dos o tres años? ¿Sería lo mismo?
Dos o tres años, comparados con una semana es un tiempo considerable. Suficiente como para poder intentar y fallar en la búsqueda de lo que queremos, incluso para tomar un descanso y seguir otro día. Imagino que una persona en esa situación se compadecería unos meses, después desquitaría su ira de alguna manera, posiblemente contra las personas que la llegaron a dañar, y de ahí, en los últimos meses de su vida intentaría pedir perdón y se arrepentiría de las cosas que hizo mal.
Hay una teoría que siempre me ha parecido muy curiosa, se trata del sapo hervido.
La teoría dice que si tienes una olla con agua hirviendo y sueltas un sapo dentro de ella, el sapo saltará y hará lo posible por salir de ahí pero, si tienes una olla con agua fría y metes en ella al sapo, para después comenzar a calentar el agua poco a poco, el animal se quedará ahí hasta terminar hervido.

Las personas, por lo menos a mi parecer, somos como esos sapos, que a menos que tengamos los problemas encima no intentaremos resolverlos. Se trata de un rasgo humano muy peculiar y triste. Si alguien nos hubiera dicho que, por ejemplo, el mundo se terminaría el 21 de diciembre, siendo un 15 de diciembre, seguramente las masas en todo el mundo cantarían el himno a la alegría, pedirían perdón y demás a esperas de llegar a los últimos momentos en un estado más puro, pero la cosa no es así. Se nos ha avisado con años de anticipación y ¿Qué ha hecho la humanidad? No ha detenido las guerras, ni tampoco ha comenzado a proteger más el agua, ni se ha vuelto más honesta o más respetuosa o más tolerante…
Hay personas en el mundo que se han fabricado un bunker o refugios especiales para proteger a quienes quieren, pero ¿y si no pasa nada en diciembre?
Si ese fuera el caso la gente se quedaría con lo que tiene, lo bueno y por supuesto lo malo, todos los problemas. El agua indudablemente se va a terminar y las guerras inminentemente se desatarán. “Pero falta mucho” o por lo menos eso queremos pensar.

Vamos a terminar hervidos como sapos…

jueves, 6 de diciembre de 2012

Buena suerte...?





No suele pasarme regularmente, pero en ocasiones se me va mucho de mi tiempo pensando en la vida que tienen ciertas personas.

¿De qué dependerá o, que cosas serán las que influyen para que unas personas lleguen al éxito más fácilmente que otras?
Eso me intriga mucho.

¿Suerte? ¿Destino? Esas palabras son las que se me hacen las más indicadas para acercarme a las razones por las que ciertas personas, incluso sin llegar a merecerlo en ciertas ocasiones, destacan entre las demás.

Nacer en un país con un elevado desarrollo, tanto tecnológico como cultural. Tener una genética predispuesta hacia los deportes o hacia una belleza física. Cosas como esas son las que normalmente ayudan a aquellas afortunadas personas. Salen en una foto casual, publican alguna cosilla llamativa en internet, realizan alguna proeza no tan importante pero que es maximizada por su círculo social y ¡Bam! Éxito instantáneo.

Por supuesto, aquí el mérito, en lo personal, se lo doy a las personas que se esfuerzan para llegar a lo alto, y no es por menospreciar a los afortunados, en realidad no se llega a la fama quedándose sentado; ellos también se esfuerzan en menor o mayor medida y a su manera particular pero, aceptémoslo, el camino es más largo cuando no se nace en una cuna de oro, o con belleza física o en el mejor de los países.

Yo no creo en un dios barbado y flacucho o en un elefante con varios brazos o en algún monje, pero de alguna manera me gusta pensar que hay algo superior, por lo menos hasta que se demuestre lo contrario (cosa que dudo en verdad). Por esta misma razón pienso que las personas que no somos tan afortunadas al nacer, tenemos que pasar por ciertas experiencias que de haber nacido con esa buena estrella no viviríamos. Pienso que nacemos como nacemos, donde nacemos y cuando nacemos por alguna razón en especial, imposible de discernir al momento, a veces nunca, pero a cada paso, en cada momento y, con cada latido, fraguamos un camino hacia quien sabe dónde. ¿Libre albedrio o un destino escrito ya? Ni idea.

Pero indudablemente en algún momento de la vida nos topamos con la respuesta, aquella razón para tantos “¿Por qué a mí? Que soltamos por diversos motivos. Unos antes que otros, pero siempre encontramos el motivo, la razón del camino, el “que”, el “quien” o el “porque”.

¿Por qué nacemos donde nacemos, como nacemos, cuando nacemos? Mi respuesta a esa pregunta es simple.
“Para descubrirlo.”