sábado, 13 de abril de 2013

Diario de alguien que espera (2)


Siempre que caigo en cuenta de que te espero me dan ganas de poder correr más rápido, para poder llegar con prontitud hasta donde estás. Corriendo a ciegas sí, pero con la esperanza de que perdido entre la niebla de la vida y el destino pueda dar contigo.

También me dan ganas de ser una enorme estrella y poder brillar más que ninguna otra de las que hay en el cielo. Así podrías verme entre la oscuridad y acercarte a mí. Tal vez si te miro moverte hacia mí, en contra de la corriente podría saber que eres tú esa persona a la que esperaba.

O también quisiera ser mucho más inteligente, a lo mejor así, de entre todas las personas, quitando las dudas y los miedos de mi mente, podría darme cuenta de que estás cerca, o no. Podría darme una mejor idea del que si o del que no hacer para llegar a donde quiera que pudieses estar.

O más fuerte. Mucho más fuerte y resistente. Así podría avanzar día y noche sin descanso para seguirte el rastro. Porque algo me dice que estás tan delante de mí que en lugar de esperarte yo a ti, tú me esperas a mí.

Pero no, no soy ni demasiado rápido, tampoco soy una brillante estrella en el cielo, tampoco soy demasiado inteligente o fuerte. Pero así te espero, con lo poco o mucho que tengo. Así cuando me canso de correr intento brillar aunque sea un poco, o hago el esfuerzo por usar la cabeza para después avanzar hasta donde mi fuerza me deje.

¿Cuando llegue a ser todo lo que quiero ser estarás esperándome ahí o llegarás después?