No suele pasarme regularmente, pero en ocasiones se me va
mucho de mi tiempo pensando en la vida que tienen ciertas personas.
¿De qué dependerá o, que cosas serán las que influyen para
que unas personas lleguen al éxito más fácilmente que otras?
Eso me intriga mucho.
Eso me intriga mucho.
¿Suerte? ¿Destino? Esas palabras son las que se me hacen las
más indicadas para acercarme a las razones por las que ciertas personas,
incluso sin llegar a merecerlo en ciertas ocasiones, destacan entre las demás.
Nacer en un país con un elevado desarrollo, tanto tecnológico
como cultural. Tener una genética predispuesta hacia los deportes o hacia una
belleza física. Cosas como esas son las que normalmente ayudan a aquellas
afortunadas personas. Salen en una foto casual, publican alguna cosilla
llamativa en internet, realizan alguna proeza no tan importante pero que es
maximizada por su círculo social y ¡Bam! Éxito instantáneo.
Por supuesto, aquí el mérito, en lo personal, se lo doy a
las personas que se esfuerzan para llegar a lo alto, y no es por menospreciar a
los afortunados, en realidad no se llega a la fama quedándose sentado; ellos
también se esfuerzan en menor o mayor medida y a su manera particular pero, aceptémoslo,
el camino es más largo cuando no se nace en una cuna de oro, o con belleza
física o en el mejor de los países.
Yo no creo en un dios barbado y flacucho o en un elefante
con varios brazos o en algún monje, pero de alguna manera me gusta pensar que
hay algo superior, por lo menos hasta que se demuestre lo contrario (cosa que
dudo en verdad). Por esta misma razón pienso que las personas que no somos tan
afortunadas al nacer, tenemos que pasar por ciertas experiencias que de haber
nacido con esa buena estrella no viviríamos. Pienso que nacemos como nacemos,
donde nacemos y cuando nacemos por alguna razón en especial, imposible de
discernir al momento, a veces nunca, pero a cada paso, en cada momento y, con
cada latido, fraguamos un camino hacia quien sabe dónde. ¿Libre albedrio o un
destino escrito ya? Ni idea.
Pero indudablemente en algún momento de la vida nos topamos
con la respuesta, aquella razón para tantos “¿Por qué a mí? Que soltamos por
diversos motivos. Unos antes que otros, pero siempre encontramos el motivo, la
razón del camino, el “que”, el “quien” o el “porque”.
¿Por qué nacemos donde nacemos, como nacemos, cuando
nacemos? Mi respuesta a esa pregunta es simple.
“Para descubrirlo.”
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